La atención, o la falta de esta, al bienestar psicológico en Colombia es una problemática de amplio alcance que, como señaló Alejandro Santos Rubino, director de Contenidos de Prisa Media, durante el Desafío de Salud Mental organizado por el grupo de medios, “es un tema que a veces es difícil de expresar y compartir, pero que está en cada uno de nosotros”.
También lo está el desempeño laboral y el bienestar social, como coincidieron los más de 30 expertos y líderes que asistieron a la mesa redonda del encuentro. Muchos de ellos reconocieron que no es solo una cuestión de atención médica, sino una dinámica que toca todas las esferas de la vida y que, como tal, demanda un abordaje integral, intersectorial.
José Luis Correa, presidente de Positiva Compañía de Seguros, por ejemplo, aseguró que el 15% de la fuerza laboral mundial sufre de enfermedades mentales que requieren tratamiento, un dato que demuestra el impacto transversal que tiene la salud mental en materia de productividad. “Estar deprimido es como estar entusado todos los días de la vida” señaló, destacando la profunda afectación crónica que experimentan quienes viven con dicha condición.
El directivo fue más allá, llegando incluso a señalar que el sistema de salud colombiano, como se encuentra actualmente, no está preparado para enfrentar el incremento de casos de enfermedades mentales que se proyecta para el país y que se podría clasificar como “una nueva pandemia”.
En esa misma línea, Tanya Chapuisat, representante de UNICEF en Colombia, hizo un llamado a fortalecer la atención en la materia en zonas rurales, donde la problemática se agrava debido a la falta de recursos y personal capacitado. También subrayó la necesidad de apoyar a los jóvenes en su transición de la escuela a la vida adulta, una etapa en la que se requieren acompañamiento y recursos adecuados para mitigar altos niveles de estrés y ansiedad.
Para complementar esa idea, el secretario de Salud de Bogotá, Gerson Bermont, advirtió que es fundamental reconocer que las ciudades se han convertido en receptores de violencia proveniente de distintas regiones, cosa que aumenta los desequilibrios en la salud mental de sus habitantes.
“Hoy Bogotá está en un 50% con un desequilibrio en su salud mental, pero creo que ese porcentaje es más alto”, puntualizó. Este escenario se complejiza cuando se considera, nuevamente, que la misma no debe ser entendida solo como un problema de salud, sino también de bienestar y seguridad social. Por eso insistió en la relevancia de incluir a organismos de sectores como el de seguridad, el de la educación y el económico en la construcción de políticas públicas y estrategias sobre el tema.
De hecho, varios voceros coincidieron en que, aunque la política pública en salud mental en Colombia cuenta con una estructura sólida gracias a la Ley 1616, se requiere una implementación realista y eficaz de sus parámetros. Además, se resaltó la importancia de una atención primaria no solo en salud, sino a nivel social, que garantice a todos los ciudadanos acceso a atención preventiva de trastornos mentales.
La representante a la Cámara Olga Lucía Velázquez agregó otra dimensión al debate al apuntar que la principal inestabilidad de la actualidad radica en la incertidumbre, un factor que se intensifica en entornos laborales en los que el acompañamiento de las ARL pueden correr el riesgo de ser insuficientes.
“Pasar de entregar las peloticas para la ansiedad y el estrés a tener estas conversaciones creo que es un gran paso“, reconoció, insistiendo en la necesidad de pasar a un enfoque preventivo y comprensivo, en lugar de limitarse a atender las consecuencias de un trastorno mental, como se hace actualmente en Colombia.
Desde la perspectiva terapéutica, Claudia Sterling, vicepresidenta legal de asuntos corporativos de Cruz Verde, advirtió que la depresión ha crecido cinco veces en la última década, y que, mensualmente, 2.162 pacientes nuevos reciben tratamiento sólo en dicha organización. Esto, asegura, ha llevado al aumento en el uso de antidepresivos como la fluoxetina y la sertralina, una señal de que la sociedad debe buscar soluciones que no más allá de depender de la medicación, promuevan el bienestar integral.
En ese sentido, Rodrigo Córdoba, médico psiquiatra, recordó la necesidad de hablar abiertamente de salud mental como se hace con la salud física, para derrotar los estigmas que la rodean. Para el experto, esta “es el capital de un país”, por lo que el enfoque actual de la salud mental en Colombia requiere de una mayor inversión y de programas especializados que permitan una verdadera prevención.
A nivel educativo, Laura Ospina, profesora de la Pontificia Universidad Javeriana, abogó por integrar la tecnología como una aliada en el apoyo del bienestar psicológico, comentando que “en internet hay 70.000 búsquedas al minuto sobre salud mental”.
Este interés masivo indica que ya existe un cambio de perspectiva: hoy, en vez de esconder sus preocupaciones por miedo al ‘qué dirán’, la población, especialmente las nuevas generaciones, busca respuestas y herramientas, por lo que aprovechar los recursos digitales puede convertirse en una estrategia eficaz para ampliar el alcance de la atención y el acompañamiento.
Finalmente, Daniela Assis, gestora social de Boyacá, se unió al llamado de Chapuisat, resaltando la falta de un enfoque territorial y de recursos para atender la salud mental en Colombia. En su intervención, planteó que “en los territorios está la solución a todos esos problemas”, una declaración que refuerza la necesidad de descentralizar los esfuerzos y fortalecer las capacidades locales.
La salud mental en Colombia, coincidieron los expertos, requiere un compromiso integral que conecte a todos los sectores, desde la educación y el trabajo hasta el entorno familiar y comunitario. Como concluyó el concejal de Bogotá, Oscar Ramírez, “el primer camino para abordar los problemas de salud mental es reconocer que es un problema inminente”.